Cómo enfrentar el duelo cuando termina una amistad

Aceptar que una amistad llegó a su fin es un proceso difícil, es por eso que es importante pasar por el proceso de duelo, como en cualquier otra pérdida significativa.

Aunque cuando escuchamos la palabra “duelo”, solemos pensar en pérdidas como muertes, separaciones o divorcios, con el tiempo hemos aprendido que vivimos un proceso de duelo cuando pasamos por todo tipo de pérdidas: desde dejar un trabajo hasta cambiarnos de ciudad. Recientemente, en una encuesta que hicimos en Instagram, una de las razones para pasar por un duelo más mencionadas por nuestros seguidores fue la pérdida o separación de una amistad. 

Conforme vamos creciendo, nos damos cuenta de que existen diferentes tipos de amistades: mientras hay amistades “situacionales” –las que hacemos en la oficina o en nuestras clases de yoga–; hay otras que se basan en compartir momentos divertidos pero no necesariamente tienen mucha profundidad; y existen esas que trascienden en el tiempo, y superan la distancia y los cambios que nos va presentando la vida. Por supuesto, éstas últimas son las más difíciles de encontrar, las que más hay que cuidar y trabajar. Sin embargo, muchas de las amistades que estamos seguros que durarán para siempre, pueden terminar inesperadamente, o enfriarse por razones que no veíamos venir. Y manejar eso no siempre es fácil.

Como en todo duelo, el camino implicará enfrentar emociones difíciles, y hacernos preguntas. ¿Qué pasó, si éramos tan amigos? ¿De quién fue culpa? ¿Quién cambió? ¿Algún día las cosas podrán ser como antes? Tal vez no podamos responder a todas, y quizá ya ni siquiera estemos en contacto con nuestro amigo para intentar resolverlas, o para pedirle una disculpa si es necesario, pero siempre es importante enfrentarlas, y saber cómo nos hacen sentir. Hablar con otra persona cercana, escribir nuestros sentimientos o ir a terapia (por supuesto),  son maneras sanas de pasar por el proceso y encontrar más claridad.

A veces las amistades se ven afectadas por un conflicto, pero en muchas otras ocasiones, es simplemente la vida la que nos aleja. Mudanzas, trabajos, relaciones, hijos, nuestra misma evolución como personas puede transformar una amistad cercana en una relación cada vez más difícil de sostener: nos es complicado encontrar un momento para vernos, tenemos intereses muy diferentes, o temas de conversación completamente distintos, pero eso no significa que la amistad que alguna vez tuvimos haya perdido su valor.

Lo mejor que podemos hacer es estar conscientes de lo importante que fue esa persona para nosotros en su momento (o tal vez lo sigue siendo). Incluso, podemos hacer un pequeño ritual, y escribirle una carta aunque nunca la enviemos, dándole las gracias por lo que vivimos juntos y lo que aprendimos. Al final, no todas las amistades serán para siempre, pero todas las amistades nos darán algo valioso. 

Imagen: Andrew Moca