Necesitamos hablar de los prejuicios en contra de los psicofármacos

 

Propagar ideas erróneas sobre los tratamientos psiquiátricos añaden a la dificultad de aceptar y manejar los problemas mentales.

 
 
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Como muchos de ustedes, crecí en un mundo en el que los fármacos para la mente no eran lo más deseable. Crecí con el estereotipo cultural de que la ayuda psiquiátrica era algo alarmante, solo para personas verdaderamente psicóticas o que estaban en un hospital como Jack Nicholson en One Flew Over the Cuckoo’s Nest. Como sucede con todos los prejuicios, es difícil hacer un esfuerzo por cambiarlos. Pero lograrlo puede hacernos sentir mucho mejor, menos avergonzados; y ayudarnos a practicar entendimiento y apoyo con la gente que queremos. 

Hace unos años mi amiga Issa me recomendó a mi actual psiquiatra, y es una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida. Eventualmente, como él mismo me ha dicho, la meta es que lo deje de ver, y mis visitas ciertamente se han vuelto más espaciadas a lo largo de estos años. Pero incluso si eso no sucede pronto, al menos tengo la certeza de que me siento mucho mejor de lo que me sentiría sin su ayuda. Claro que esto es un camino personal, pero para empezar ese camino necesitamos más gente a nuestro alrededor como Issa, que combatan el estigma desde sus círculos cercanos. Así que si has dicho o escuchado alguno de estos prejuicios acerca de tomar medicamentos psiquiátricos, quizás es momento de reevaluar... ¿qué tan ciertos son? Y qué tan mal nos hace que se sigan perpetuando.


”Te van a cambiar la personalidad”

“Te vuelves adicto”

“Me siento más deprimido de pensar en tomar antidepresivos”

“Siento que fallé por no poder curarme solo”

“Debería poder sentirme mejor sin medicina”

“Sólo se toman si tienes esquizofrenia”

“Los voy a tener que tomar de por vida”

“Las farmacéuticas te hacen creer que los necesitas”

“Mejor tomar cosas naturales para curarte”

“Se te quita haciendo ejercicio”

“Tomar medicinas para la mente es signo de debilidad”

“Quizás no las necesitas”

“¿De verdad sirven?”

“No estás realmente mejorando, sólo son las medicinas”


Todos estos son comentarios reales. Los prejuicios sobre la salud mental lamentablemente siguen siendo muy democráticos (aunque de acuerdo con la OMS tienen más prevalencia entre los hombres, y son quienes menos buscan apoyo). Algunos yo misma los sostuve por años, sin darme cuenta que sola me estaba cerrando la posibilidad de aliviarme. Y aunque unos son más entendibles que otros, todos demuestran una falta de información grave que solo contribuye al estigma y vergüenza alrededor de las enfermedades mentales. A la larga, evitan que mucha gente busque tratamiento que necesita. 

En el afán de esclarecer éstas ideas erróneas, hay que decir lo que sí es verdad sobre los psicofármacos: 

  • Se utilizan para tratar todo tipo de trastornos de personalidad, de conducta y del estado de ánimo. No necesitas estar alucinando para considerarlo como una opción. En algunos casos estos pueden estar indicados por muchos años, para mantener controlados ciertos síntomas. En otros, pueden ser tratamientos de algunos meses. 

  • Como todo medicamento (incluso un ibuprofeno) pueden tener efectos secundarios. Pueden, pero no siempre los tienen, ni son los mismos para todos. El consenso médico es el mismo que con los fármacos para el malestar físico: es una opción viable si los efectos positivos sobrepasan a los negativos. 

  • Algunos fármacos, en especial las benzodiacepinas (diazepam, clonazepam, lorazepam etc.) tienen el potencial de crear adicción si se toman de forma indiscriminada. Por eso es muy importante que cualquier tratamiento sea indicado y monitoreado por un psiquiatra, haciéndole saber todos los síntomas y reacciones. Ellos son los únicos calificados para determinar cuál medicina y cuál dosis es la adecuada para tu perfil. De hacerse así, y no autoadministrarse, el riesgo de crear dependencia disminuye considerablemente. Si aún así te causa preocupación, hazle saber a tu médico que prefieres intentar otra alternativa.

  • El proceso de encontrar un tratamiento psiquiátrico puede ser tardado, precisamente porque tienen un efecto en el cerebro y no todo mundo responde igual. Hay que ser pacientes y responsables con su uso (porque tampoco funcionan de la noche a la mañana), pero la ciencia demuestra que para muchos alivian síntomas y mejoran las afecciones mentales. 

  • Sentirse mal no es una debilidad personal, no te hace un humano defectuoso ni un fracaso. Hay muchos pequeños cambios que podemos hacer a nuestra vida diaria para sentirnos mejor, pero es fundamental entender que no siempre son suficiente, en especial si sufres de forma crónica o está interfiriendo con tu vida. Tu predisposición genética, tu pasado y tu entorno influyen en la salud mental; la frustración de no poder cambiarlos y sanar por nuestra cuenta es muy comprensible. Lo que sí puedes controlar es decidir buscar ayuda profesional, ya sea en forma de terapia, grupos de apoyo y/o medicina. Al igual que lastimarse una rodilla puede curarse con una pomada, quizás también necesita de analgésicos y rehabilitación física. 


Tal vez nada de esto es tu caso (y qué alegría), pero notas que alguien en tu vida se podría beneficiar de tratamiento psicológico o psiquiátrico. La primera forma en la que podemos ayudar es hablando de ello sin prejuicios, evitando que sienta más frustración de la que probablemente ya experimenta. Si eso no basta, puedes dirigirle a este artículo. #wecare.

Aquí hay un directorio amplio de lugares, públicos y privados, que ofrecen servicios de salud psiquiátrica en México.

Más información:

psychiatry.org

psychologytoday.com

who.int/mental_health