Cómo cambia tu cerebro con el ejercicio

 
 

El énfasis en la cultura fitness a veces nos puede distraer del otro gran beneficio de la actividad física: una mente más sana y feliz.

 
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Solemos relacionar el ejercicio principalmente con la salud física, pero cuerpo y mente están íntimamente relacionados, y la ciencia de la salud mental nos lleva a reconsiderar nuestras motivaciones para hacer actividad física constante. Todos sabemos los beneficios que tiene en nuestro cuerpo: mejora nuestro sistema cardiovascular y pulmonar, fortalece nuestros músculos, nos mantiene en una talla y peso sanos. Pero estos efectos se ven diferentes en cada cuerpo (depende tanto de nuestro metabolismo como del tipo, duración y frecuencia del ejercicio que hagamos); y muchas veces resulta desmotivador no ver los resultados que desearíamos. En especial en un mundo inundado con “fitness goals” que francamente no son muy realistas para la mayoría de nosotros. 

Por lo tanto, creo útil repensar el ejercicio como algo exclusivamente físico y enfocarnos también en el impacto benéfico que tiene en nuestro cerebro. A diferencia de lo que vemos en el espejo, estos efectos en la salud cognitiva son muy alcanzables sea cual sea tu condición. Cuanto más constante sea tu práctica, los efectos se extienden, pero una sesión de tan solo 15 minutos de ejercicio, tiene impacto inmediato en los niveles de:

  • Serotonina: está vinculada al estado de ánimo, el apetito, los procesos digestivos, el sueño y el deseo. 

  • Endorfinas: inhiben nuestra sensación de dolor, y promueve la sensación de bienestar y euforia.

  • Dopamina: juega un papel clave en la motivación y nos hace repetir conductas que nos  producen placer (sistema de recompensa del cerebro) y ayuda en el aprendizaje, la creatividad, la atención, la memoria y el autoestima.

  • Factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF): esta proteína es coloquialmente conocida como un “fertilizante cerebral”, ya que mejora las conexiones sinápticas y ayuda a prevenir la degeneración neuronal. 

Aunque hace falta más investigación en este campo, los estudios hasta ahora demuestran que estos procesos metabólicos son un antídoto natural contra casi todas las afecciones psicológicas. Mejoran los síntomas de depresión, ansiedad, pánico, déficit de atención, esquizofrenia, entre otros; incluso en pacientes cuyo padecimiento es resistente a los psicofármacos. A más largo plazo, la producción de estos químicos, derivada del ejercicio, mejora nuestras funciones cognitivas y ayuda a prevenir la demencia, el Alzheimer y la enfermedad de Parkinson. 

Para obtener estos beneficios, Harvard Medical School recomienda al menos 150 minutos de ejercicio a la semana, el equivalente a 21 minutos diarios. En otro estudio hecho por el Robinson Research Institute de la Universidad de Adelaide, se hallaron cambios después de 30 minutos de actividad aeróbica (por ejemplo: bailar, andar en bici, correr) que tienen impacto en la neuroplasticidad; que es, en pocas palabras, la capacidad del cerebro para adaptarse al entorno, aprender y fortalecerse. 

No es necesario lograr un cuerpo de instructor profesional o convertirte en Usain Bolt –aunque si tus metas físicas son así de exigentes, tu metabolismo te lo agradece mucho– para experimentar el bienestar mental que produce la actividad física. Basta salir a caminar algunas veces por semana, o poner música y practicar tus pasos de baile por 15 minutos. Por lo tanto, mi conclusión, y motivación (si es que a alguien más le sirve), es que cuando menos quieres hacer ejercicio, es quizás cuando más lo necesita tu mente. 

Más información:

https://www.scientificamerican.com/article/how-exercise-affects-your-brain

https://www.health.harvard.edu/blog/regular-exercise-changes-brain-improve-memory-thinking-skills-201404097110

https://positivepsychology.com/exercise-neurological-benefits/

https://www.nlm.nih.gov/