Todos mentimos en las redes

Un grid perfecto

Hace unos días, tuve la suerte de visitar un hotel increíble en Los Cabos por mi trabajo. La visita, por supuesto, estuvo acompañada de las obligadas fotos y stories en Instagram, mostrando el cuarto del hotel, las albercas, los tacos de pescado, y el mar de Los Cabos (el mar de Baja California es mi favorito en México). Perfección. 

Lo que nadie vio en esos posts fue que la mayor parte del viaje tuve mi laptop conmigo, y que solo me metí a la alberca 10 minutos. Las últimas semanas las he vivido bajo una enorme presión laboral, pero en mis redes solo se ve la parte más bonita de lo que hago: los hoteles, la comida, los eventos. Una especie de filtro general de la vida.

Estoy segura de que esto sucede con el 99% de las cuentas personales de Instagram, subamos lo que subamos: bebés viéndose siempre divinos, parejas súper enamoradas, rutinas de ejercicio en las que nadie se cansa, fiestas memorables y miles de viajes que nos hacen preguntarnos de dónde saca la gente tantos días de vacaciones. 

No estamos aquí para juzgar. Tengo que aclarar que me siento muy grande para usar Tiktok, y cerré Facebook y Twitter hace tres años, entonces me referiré solo a Instagram. Esta red, desde su concepción, nació como una red para compartir fotos bonitas, y todos tenemos derecho a compartir la parte más linda de nuestras vidas. El problema es que muchas veces, más que solo compartir, terminamos comparándonos con los demás.

Cuando sentimos que algo en nuestra vida no va del todo bien, no hay herramienta más peligrosa que Instagram. Si acabamos de cortar, ahí vamos a ver a todas las parejas declarándose amor eterno; si estamos infelices en nuestro trabajo, no van a faltar stories con el hashtag #lovemyjob; si estamos incómodos con nuestro físico, nos vamos a encontrar con que absolutamente todos se ven más guapos que nosotros. Este fenómeno se llama Negativity Bias, la tendencia que tiene nuestro cerebro en enfocarse mucho más en los estímulos negativos que en los positivos. Instagram es un campo minado cuando se trata de ponerle atención a todo eso que (según nosotros) nos hace falta y los demás tienen.

Para luchar contra esto, hay algunas estrategias que podemos practicar. La primera es muy sencilla: hacer una pausa cada vez que veamos un post o story que nos detone emociones negativas. Probablemente no tenga nada que ver con la persona que dice tener al mejor novio del mundo o que, inexplicablemente, se la vivió en Italia todo el verano. ¿Es porque sentimos alguna falla o vacío en nuestra propia vida? ¿Qué podemos hacer para resolverlo? 

La segunda estrategia consiste en elegir con más cuidado a quiénes seguimos. Si hay ciertas cuentas que afectan constantemente nuestra seguridad o bienestar, también estamos en todo nuestro derecho de dejar de seguirlas, o al menos ponerles “mute” temporalmente. Incluso, podemos desactivar nuestra cuenta por unas semanas. No va a pasar absolutamente nada. La vida real está allá afuera. 


Imagen: Maddi Bazzocco via Unplash